Sabeis que el tema de la Alimentación me preocupa mucho y me gusta que nuestros niños y niñas tengan una dieta sana y sobre todo variada. Como Responsable de Educación para la Salud del centro, son muchos los documentos que leo y cursos a los que he asistido y en los que se llega a la conclusión que en la actualidad la alimentación de los niños y niñas no es la adecuada.
Por ello, os dejo aqui uno de esos tantos documentos para que le echeis un vistazo y fomentemos entre todos una alimentación sana, adecuada y variada, e intentar que en el almuerzo evitemos la bolleria industrial.
En primer lugar, es importante marcar unos hábitos de alimentación:
Las actitudes de un niño y la distribución del horario a lo largo del día (tiempo de sueño, trabajo escolar, juego, actividades extraescolares y relación familiar) repercuten en sus hábitos alimentarios y en su apetito.
Como pautas generales podemos establecer:
EL DESAYUNO
Es una de las comidas más importantes del día. Conviene levantarse con tiempo y dedicarse a las actividades de aseo y cuidado personal antes de tomar el desayuno para así generar sensación de hambre. Ya lo dice el refrán que en tantos cursos he escuchado: "Desayuna como un rey, come como un principe y cena como un mendigo"
Un desayuno con prisas es equivalente a un desayuno pobre. Por lo tanto, es necesario dedicar suficiente tiempo a sentarse y evitar compaginar la toma del desayuno con otras actividades como, por ejemplo, ver la televisión.
La cantidad y diversidad de alimentos dependen de costumbres culturales y familiares.
Conviene que el desayuno sea variado en sus componentes y que cambie periódicamente, de forma que lo que se tome nos aporte las energías suficientes hasta la comida del mediodía.
Cuando un niño se alimenta adecuadamente en el desayuno no necesitará otro aporte de alimentos hasta la comida siguiente.
No obstante, según los lugares, los hábitos, los gustos personales y la repercusión en la siguiente comida, se podrá tomar un pequeño almuerzo (frutas, quesitos, bocadillo, galletas, etc.)
Pensad que el desayuno es lo que el niño/a come desde la noche anterior y que no come nada hasta la hora del almuerzo que es a las 11'30. El no desayunar repercute en el rendimiento del niño en la realización de las actividades del centro, ya sean físicas o incluso de atención.
LA COMIDA
En nuestra sociedad la comida constituye la principal toma de alimentos del día y es el momento de encuentro que favorece la relación familiar y la enseñanza-aprendizaje de los hábitos básicos de alimentación. Por ello, se debe propiciar un clima tranquilo, sosegado, sin interferencias (TV, radio, animales...) para que el momento de la comida resulte siempre placentero.
Evitaremos, en lo posible:
– la preparación de alimentos a última hora.
– las interrupciones largas entre plato y plato.
– los gritos, regañinas, correcciones constantes.
– el comer con mucha rapidez.
– las situaciones incómodas por falta de espacio.
Por el contrario, procuraremos estimular las conductas adecuadas con refuerzos positivos, del tipo:
“Comes como un mayor”
“Da gusto veros comer”
“Mañana os prepararé una sorpresa”
En cuanto a lo que se debe comer, responderá a una dieta variada, equilibrada y acorde a las necesidades de los comensales, cuidando su presentación.
LA MERIENDA
La merienda es una costumbre de nuestra cultura muy extendida desde edades muy tempranas. Los hábitos familiares van a determinar el tipo de alimentos de esta comida.
No obstante, es conveniente tener en cuenta que éstos han de ser variados, no muy elaborados y que la merienda debe ser algo frugal que dé paso a la cena.
LA CENA
Deberíamos tender a que la cena sea otro momento de encuentro alrededor de la mesa, de forma relajada, y evitar elementos de dispersión. Procuraremos que tenga lugar lo antes posible para que nos permita hacer la digestión antes de acostarnos; por ello, la cena debe ser ligera.
DIFCULTADES MÁS COMUNES
Inapetencia y rechazo a ciertos alimentos
Los problemas en la alimentación son frecuentes en la etapa infantil. En los primeros meses puede darse un rechazo al pecho o al biberón o presentar cierta incapacidad para mamar; más adelante pueden aparecer manías a la hora de comer o comer de manera insuficiente.
La inapetencia se manifiesta en el escaso o nulo apetito que se repite de forma continua a las horas de la comida. Con frecuencia afecta a niños/as de la etapa infantil.
En la mayoría de casos no se observa causa orgánica que motive la falta de interés por la comida y, en general, se trata de niños/as sanos que se desarrollan dentro de los parámetros normalizados.
La inapetencia puede ser continua o temporal debido a:
a) Acontecimientos familiares o sociales:
– el nacimiento de un hermano/a.
– la entrada al colegio o guardería.
– el fallecimiento o pérdida de un familiar...
b) Un proceso de aprendizaje inadecuado:
– la ansiedad del padre/madre ante uno o varios episodios de inapetencia que pueden llegar a angustiar a todos los miembros de la familia y producir rechazo de la comida.
– en muchos casos, el adulto sobrevalora la comida y relaciona la cantidad con la salud de sus hijos. De aquí deriva una excesiva atención e insistencia, lo que produce a su vez un círculo vicioso difícil de cortar.
– la anarquía en los horarios o comer entre horas.
– el abuso de alimentos dulces, chucherías, refrescos,...
c) Causa física:
– la dentición.
– una enfermedad.
¿QUÉ DEBEMOS HACER?
Ante una inapetencia continua es necesaria una valoración del pediatra para conocer el estado de salud del niño/a, si requiere un aporte vitamínico o tratamiento de estimulación
del apetito.
Puede ser que, tras un chequeo médico, el niño se encuentre bien y, por tanto, los padres deben asumir que come lo que necesita.
Si la ausencia de apetito coincide con uno de los acontecimientos mencionados (dentición, enfermedad, nacimiento de un hermano...), debemos entender ésta como una llamada de atención o como síntoma de un bajo estado de ánimo ante el cual los padres pueden recurrir a una consulta profesional.
En caso de producirse un proceso de aprendizaje inadecuado de los hábitos de comida, tenemos que tener en cuenta que la actitud de los hijos depende, en buena parte, de la actitud que adopten los padres. El modelo de conducta que asuma será el que la familia le ofrece.
Es también importante establecer unas pautas básicas que se han de mantener, como son:
– Que el acto de comer sea una acción relajada y tranquila.
– La permanencia en la mesa durante el tiempo de las comidas (estableciendo un tiempo mínimo y uno máximo de estancia sin levantarse).
– Comer el menú según el orden de presentación.
– Hacer de la comida un momento de encuentro y convivencia, y evitar comer cada uno a su hora; esto va a favorecer el aprendizaje por imitación.
– Evitar compaginar otras actividades con la comida (ver la televisión, juegos, periódico...)
– Explicitar unas formas de comer adecuadas de manera progresiva. Es decir, que el niño conozca las normas de su casa: uso de servilleta, postura en la mesa, empleo de cubiertos...
– Posibilitar la degustación de alimentos nuevos en pequeñas dosis y, aun respetando el rechazo hacia algunos alimentos, procurar no caer en la cesión a caprichos.
– Conviene negociar con antelación una cantidad mínima (sobre todo de aquellos alimentos rechazados por el niño) e ir ampliando la cantidad poco a poco.
– Evitar que los niños coman entre horas y abusen de dulces y chucherías.
Estas pautas pueden ser puntos de reflexión para los padres que, a partir de las mismas, pueden establecer conductas adecuadas.
El seguimiento de estas pautas creará unos hábitos adaptados y duraderos. Si el niño cumple con las normas familiares se le reforzará con atención, alabanza, elogios, etc...
Cuando el niño o la niña adopte una conducta inadecuada a la hora de comer, los adultos no deberán manifestar gritos, enfado, ansiedad y/o castigar. Se le debería retirar el plato, una vez finalizado el tiempo acordado. En la próxima comida, se mantendrán las mismas normas.
Las pautas se adecuarán a las fases madurativas del niño. Para esto, conviene que los padres las contrasten con las de otros compañeros y familias con hijos de edades similares.
Como criterio básico se dejará que el niño realice todo lo que puede hacer por sí solo aunque esto sea más costoso en tiempo y esfuerzo.
HIGIENE
Condición previa a la comida es una correcta higiene de manos y el posterior lavado de los dientes, sobre todo después de las comidas principales.
Es conveniente que los niños sientan la necesidad de limpiar su boca y manos cuando están sucias y que para ello utilicen la servilleta.
Otro comportamiento que deberá aprender es no tirar comida fuera del plato.
Estos hábitos se pueden iniciar desde edades muy tempranas, ya que inciden positivamente en la salud y autonomía del niño/a.
POSTURAS
Es importante enseñar al niño a comer sentado y a permanecer en la mesa hasta finalizar la comida. Hay que evitar posturas incorrectas y molestas para los demás.
TIEMPO
Los niños y las niñas en edades tempranas carecen del sentido del tiempo, comen a cualquier hora y lo hacen muchas veces sin que los padres los vean.
Es preferible marcar unos horarios fijos de comidas, con cierta flexibilidad, y procurar, en la medida de lo posible, que toda la familia esté reunida y, como hemos expuesto antes, de forma relajada y tranquila.
USO DE UTENSILIOS
El aprendizaje del uso de utensilios para comer implica la adquisición de las costumbres o hábitos que socialmente se consideran adecuados. No debemos olvidar que, detrás del uso de los cubiertos en la mesa, está el desarrollo de habilidades, estrategias y conductas que favorecen el desarrollo de capacidades de autonomía importantes para la evolución del niño/a.
El uso de la cuchara, el tenedor y el cuchillo favorece el logro de la autonomía, coordinación y control motriz de los pequeños.
En el momento en que se observa que pueden utilizar la cuchara, hay que favorecerles su uso sabiendo que, al comienzo y debido a su inmadurez, va a ensuciarse. La actitud de los padres debe ser la de continuar este entrenamiento.
Poco a poco se irá introduciendo el uso del tenedor, se continuará con la cuchara y el de más difícil manejo, el cuchillo.
Con la bebida, se iniciará al niño en el uso de la taza (dos asas, un asa) y del vaso. Al mismo tiempo, hay que eliminar los hábitos que no corresponden a su edad (por ejemplo, el uso del biberón, papillas y purés a partir de los dos años).
Hacia los tres años puede generalizarse el uso de cuchara y tenedor; sin embargo, será necesario ayudar en la utilización del cuchillo hasta los 6 ó 7 años aproximadamente, dependiendo de la pastosidad del alimento y de la calidad del cuchillo.
Ante conductas inadecuadas, dudas, desconocimiento en estos aspectos de comida, los padres pueden tomar referencia del comportamiento de otros niños de la edad y/o consultar a los especialistas (educadores, orientadores, pediatras...).
NEGATIVISMO
Entendemos como negativismo el rechazo persistente de determinados alimentos o comidas. Normalmente son llamadas de atención y reclamo del adulto; coincide con la apetencia hacia alimentos preferidos y la tendencia de los padres a ceder ante la conducta del hijo. Suelen ser niños dominantes, consentidos, con sobreprotección y que pueden trasladar estas conductas a otros ámbitos de su vida social.
La permisividad de los padres por diferentes motivos, como por ejemplo, diferencias de opinión entre los cónyuges, prisa, presencia de visitas, celebraciones... hace que el niño satisfaga siempre sus deseos. Conviene facilitar que los niños, a partir del primer año de vida, prueben una variedad amplia de sabores (de los diferentes grupos de alimentos) para que los acepten; más adelante, se continuará con dicha degustación. Se puede permitir el rechazo de determinados platos siempre que éstos no sean excesivos en número ni que el niño coma a la carta y sea él quién elija el menú.
Como pautas a tener en cuenta para la prevención y tratamiento de las conductas negativas proponemos las siguientes:
a) Probar todo tipo de alimentos desde las primeras edades.
b) Procurar que esta prueba de alimentos sea motivadora, distendida, nunca con imposición fuerte, sino con sosiego aceptando en ciertas ocasiones un rechazo.
c) Por parte del adulto, no perder los nervios, no gritar, ni amenazar; en definitiva, no convertir la comida en una lucha o relación de poder en la que frecuentemente “gana” el niño/a.
d) Desde muy pequeños, negociar la cantidad mínima de “cada plato a comer”, y que sea el niño o la niña quien se sirva. De esta forma, favoreceremos su autonomía, independencia y la responsabilidad de su elección.
e) No sustituir nunca un alimento rechazado por otro de mayor agrado porque éste es el inicio de un negativismo progresivo que se puede extender a otras conductas y situaciones.
f) En los casos en que rechace el primer plato por la preferencia del segundo, se condicionará la toma del segundo a una mínima cantidad del primero.
g) Valorar cualquier aproximación a la conducta deseada por el adulto mediante refuerzos preferentemente afectivosociales (alabanzas, valoración, compartir tiempo y juego, etc...).
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AQUI OS PONGO EL VOCABULARIO QUE HEMOS Y ESTAMOS TRABAJANDO DURANTE ESTE PROYECTO, ASÍ CÓMO ALGUNAS DE LAS LÁMINAS DE JOAN MIRÓ. ...
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E STA POESÍA LA HEMOS ESTADO TRABAJANDO DURANTE LA SEMANA PASADA EN CLASE. POR SI LA QUERÉIS LEER TAMBIÉN EN CASA O QUE ELL@S OS LA RECITEN....
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